lunes, 19 de julio de 2010
SE APROBÓ LA LEY DE MATRIMONIO IGUALITARIO
TRIUNFO HISTÓRICO DE LA DEMOCRACIA
A las 4:05 hs de la madrugada del 15 de julio de 2010 nuestra democracia avanzó un paso más hacia la igualdad, la tolerancia, la madurez y el reconocimiento de derechos fundamentales para sectores de la ciudadanía a los cuales, hasta ahora, les eran negados. Es un gran triunfo sobre los sectores más retrógrados que con su mensaje de odio, guerra e intolerancia pretendieron presionar a la democracia, a esa institucionalidad democrática que tanto dicen defender, y a la cual han avasallado toda vez que esa institucionalidad desafío su poder. Por supuesto que la aprobación del matrimonio igualitario no elimina de por sí la discriminación, la hipocresía, el oscurantismo, la ignorancia, el odio y la intolerancia, esto significa un proceso mucho más complejo y por supuesto más largo, donde la concientización será fundamental, pero justamente esta ley es una herramienta legal que permite avanzar en esa concientización de la ciudadanía para poder eliminar todos los prejuicios formados y alimentados durante siglos por el discurso reaccionario de la Iglesia, no sólo católica, sino de diferentes credos, discurso que se traslada a distintos ámbitos, entre ellos, los medios de comunicación, donde la imagen del homosexual mariquita o la lesbiana machona era algo naturalizado por gran parte de los medios y también por la población.
Otra lectura que se debe hacer sobre la resistencia de los sectores reaccionarios de la Iglesia con respecto a la aprobación de la ley que favorece la igualdad de todos los ciudadanos (en lo que al matrimonio se refiere), es la disputa de poder que significa esto. La Iglesia pierde un espacio de poder, ya que hasta ahora el matrimonio era pensado casi exclusivamente en la órbita de la Iglesia, y por supuesto, lo que se puso en claro nuevamente con este debate y con la aprobación de la ley, es algo que debería ser evidente, y es que el matrimonio no es algo privativo del poder eclesiástico, sino que es una construcción social y cultural que surge en sectores paganos ajenos a la Iglesia. Por eso salieron con tanta furia y odio los sectores retrógrados de la Iglesia, porque pierden terreno dentro de la ciudadanía. Por eso se entiende que pongan tanta energía en contra de esta ley, porque de hecho la ley no obliga a la Iglesia a casar a parejas homosexuales en su institución, la ley garantiza los derechos en el ámbito civil, como corresponde. Esto deja de relieve que es una pelea por el poder simbólico que se tradujo en esta lucha política que hemos vivido en estos días de “debate”, y lo pongo entre comillas porque para que haya debate es necesario que existan argumentos razonables en cada una de las partes, pero esto no sucedió en aquellos sectores que estaban en contra de la ley, los únicos argumentos que se escucharon por parte de estos sectores eran netamente oscurantistas, prejuiciosos, iracundos, intolerantes, falaces, etc. Con respecto al poder simbólico aquí debo hacer una analogía con lo que ocurrió en torno a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, porque justamente lo que perdieron y perderán los grandes medios concentrados con la discusión y la aplicación de la ley, no es sólo poder económico, debido a la desmonopolización, sino fundamentalmente es capital simbólico, aquel concepto que Pierre Bordieu denominaba como el prestigio o credibilidad con el que cuenta alguien o algo, en este caso los medios de comunicación. Por lo tanto, me atrevo a decir, que la ley de matrimonio igualitario significará un avance que permitirá socavar parte del poder simbólico que ostenta la Iglesia. Es por esto que la Iglesia salió en contra de la ley con una furia inusitada, y por lo tanto, a partir de esto, se entiende que la Iglesia permita que Von Wernich, condenado por crímenes de lesa humanidad pueda seguir dando misa, que Grassi, condenado por pedofilia pueda seguir dando misa, pero que Alessio, por una simple opinión a favor del matrimonio igualitario, se le inicie un juicio canónico y se le prohíba dar misa. ¿Este es el consenso que pretende Bergoglio? ¡Cuánta hipocresía!
No se puede dejar de mencionar que esta ley de matrimonio igualitario se enmarca en un proceso de transformación que se inició en 2003 y que se está profundizando cada vez más. Si hay algo que no se le puede discutir al Gobierno Nacional es la capacidad que ha tenido para poder visibilizar a sectores de poder fácticos que, hasta ahora, actuaban a escondidas. En algunos casos con mejor suerte y mejor capacidad que en otras circunstancias, pero sin dudas todas estas confrontaciones con estos poderes han permitido una maduración de la sociedad civil, una recuperación de la herramienta política como elemento de transformación y la vuelta al debate de grandes temas en los que toda la sociedad se encuentra inmersa (debate que algunos prefieren llamar crispación). Esto, sin dudas, es algo sumamente saludable para nuestro país y para nuestra democracia, y es signo de los vientos de cambio que corren en nuestra Patria Grande. Si hay algo que ha logrado el Gobierno de la Presidenta Cristina Fernández es dejar en evidencia la reacción, la intolerancia y el egoísmo de los sectores más retrógrados de la sociedad, claro ejemplo de ello fue el comportamiento miserable tanto de la oligarquía terrateniente (conflicto por las retenciones), como de los medios concentrados de comunicación (Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual) y por supuesto también de los sectores más reaccionarios de la Iglesia Católica (Ley de Matrimonio Igualitario). Y a pesar de que el Gobierno Nacional (no sólo el Gobierno, sino fundamentalmente los sectores populares) perdió la votación por las retenciones, luego de esa derrota salió con más decisión y con más fuerza a plantear debates necesarios para la democracia y para la transformación social, lo cual hacen aún más valorables los cambios conseguidos.
En momentos históricos como este uno no puede dejar de sentir dolor y alegría al mismo tiempo. Dolor por tanta sangre derramada producto de la intolerancia, del odio discriminador, de la ignorancia asesina, del dogmatismo y el oscurantismo genocida, uno no puede dejar de recordar a personas como Federico García Lorca, asesinado por la dictadura franquista, básicamente por su orientación sexual, y de otros tantos casos similares. Pero al mismo tiempo se siente una alegría inmensa, no sólo por lo conseguido, sino por la certeza de saber que a pesar de tanto odio, de tanto prejuicio sin sentido, de tanta muerte y dolor, siempre hay vida, siempre hay esperanza, siempre hay justicia, que la lucha y la muerte no han sido en vano y que, muy por el contrario, quienes pretenden hacer callar con muerte y mentiras a quienes pensamos diferente, se equivocan, porque la verdad y la justicia renacerán mil veces de ser necesario. Festejemos, hoy nuestra democracia puede estar segura de que ha dado un paso más hacia la igualdad, igualdad por la cual habrá que seguir luchando día a día.
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